viernes, 5 de octubre de 2007

¡Qué gusto tiene la sal!

Pasó que dejé olvidado al blog. Pobrecito. Ahora lo veo y siento como que hay que pasarle el plumero. Como si estuviera en deuda.

Lo último posteado quedó allá lejos, en julio, cuando falleció el Negro Fontanarrosa. Y el relato del viaje que hice en abril al Norte de la Argentina quedó trunco.

Acá van algunas impresiones que no quisiera dejar en el olvido de esa recorrida por el NOA.

La idea es sintetizar algunos grandes momentos del viaje y empezar a darle alguna forma, algún estilo a este espacio propio. Veremos qué sale.


Desde Purmamarca contratamos a Román con su camioneta Kangoo para hacer la excursión a la Salinas Grandes.


Román nos contó que tenía 6 hijos.

Es impresionante la sensación que genera el ir avanzando por la puna y de repente empezar a ver una llanura blanca a lo lejos


Y luego internarse en un paisaje inmensamente blanco.

Es una sensación de plenitud increíble. De desconcierto. ¿Qué hace tanta sal ahí, justo ahí? Parece un oasis en el medio del desierto.

Tenés que refregarte varias veces los ojos para creer lo que estás viendo. Blanco por acá y por allá. Y atrás montañas. Pentágonos de sal que son pentágonos más vistosos e inofensivos que otros pentágonos. Se entiende...


Y se ven cosas raras. Como salidas de un cuadro de Dalí.



Lo que para unos es placer, para otros es sacrificio.










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