domingo, 6 de mayo de 2007

Amaicha del Valle

El trayecto entre Tafí del Valle y Amaicha tiene una frontera invisible pero tajante. Al principio el paisaje es más generoso en verde hasta que súbitamente, pasando una de las tantas curvas que presenta el camino, todo se vuelve más árido. Comienzan a verse cardones y lo que era de tonalidades clorofílicas se empiezan a transformar en imágenes ocres, marrones, sepias. Y se advierten cardones, esos cactus de los dibujitos animados, pinchudos y con distintas formas.


Vamos en el micro y en mitad de camino para para levantar a media docena de chicos de blaquísimos guardapolvos blancos que van a la Escuela.


Ezequiel se me sienta al lado. Aunque no pide formalmente permiso me dirige una mirada cordial pero parca. Lo saludo dándole la mano.


Charlamos unos minutos. Ezequiel tiene 11 años, pelo enmarañado, la tez pulida por el sol de la montaña y los dientes blancos a juego con el guardapolvo. Me dice que le encanta vivir acá. "Acá" es en el medio de la casi nada, para los ojos de un urbano como yo. Me dice que hace un par de kilómetros a pie todos los días desde su casa hasta la ruta. Luego se sube al micro y en unos minutos entra a la escuela. Es temprano. Él tiene la cara más despierta que yo y parece que se sabe la lección de hoy de memoria. Me dice que al mediodía se vuelve para la casa a comer. Y luego se encarga de la cría de los animales que hay en su casa.


Va pispeando por la ventanilla y se percata que está cerca. Se levanta sin saludar, arrea a sus amigos y hermanitos y se baja. Del otro lado de la ruta se ve la escuela rural. De a poco los chicos van entrando, rodeando el mástil para izar la bandera como todos los días.


LLEGADA A AMAICHA



Amaicha es tranquila. La vemos tranquila. Y eso que llegamos a las diez y media de la mañana, una horario casi pico. El micro nos deja en la puerta de la comisaría. No porque hayamos hecho algo indebido, sino que no hay terminal de omnibus y toda la actividad se desarrolla en esas cuatro manzanas que rodean a la plaza central. Se intuye desde el principio que acá no habrá mal clima y que las tradiciones indígenas son las que priman. Como el cd que contenía las imágenes que saqué de este hermoso lugar se me rompió les sugiero que no se pierdan estas fotos para acercarse un poco más a este comunidad que cada año designa y corona a la mujer más anciana como la representación de la Pacha Mama en el pueblo.


MUSEO DE LA PACHA MAMA





Este Museo, ubicado a pocas cuadras de la plaza principal, aparte de tener una gran belleza y un diseño que encaja perfectamente con el paisaje, resulta instructivo a los fines de empezar a conocer todas las culturas que vivieron en el Noroeste argentino.

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